Preparándome para la confrontación
Decidida a encontrar por fin respuestas, llegué de nuevo temprano y me situé estratégicamente cerca de la entrada. Mi mirada recorrió escrutadora el camino mientras mi corazón latía a un ritmo firme y decidido. Esta vez no podía fallar. Tenía que hablar con él directamente sobre su conexión con mi marido. Tenía que saber qué les unía a ambos y por qué llegaban aquellos lirios cada semana. Había llegado la hora de la verdad y estaba dispuesta a tomar cartas en el asunto.

Preparándome para la confrontación
Enfrentarse al desconocido
Cuando apareció, me preparé mentalmente para el encuentro que se avecinaba. Me acerqué a él con paso firme y reuní todo mi valor para preguntarle directamente: “¿De qué conoce a mi marido?” Sus ojos se desviaron como si buscara una salida. “¿Qué tenéis en común?”, insistí, decidida a romper su conducta evasiva. Mis palabras flotaban en el aire entre nosotros. Necesitaba respuestas, quería que me revelara las facetas de la vida de mi marido que me habían permanecido ocultas hasta ahora.

Frente al desconocido