El momento de la verdad
Por fin, la figura familiar apareció en el horizonte. Mi corazón latía desbocado, cada latido me impulsaba inexorablemente hacia delante. A medida que se acercaba, me puse resueltamente en su camino, con la determinación grabada en piedra en el rostro. En aquel momento, me sentí como un personaje de una vieja novela policíaca, dispuesta a sacar a la luz verdades ocultas. El nerviosismo pesaba en el aire, pero este momento superaba cualquier temor. Hoy descubriría una parte de la historia que tanto me había cautivado.

El momento de la verdad
Iniciar la conversación invisible
Sorprendido por mi repentina aparición, el hombre se detuvo, con la mirada fija en el suelo. Se me hizo un nudo en la garganta. “Disculpe”, dije con voz temblorosa. Pero no levantó la cabeza, lo que me produjo un escalofrío de inquietud. Era como si nos encontráramos en una encrucijada en la que el silencio hablaba su propio lenguaje tácito. Aquel momento podía cambiarlo todo. Decidida, di un paso adelante, decidida a atravesar los muros del silencio.

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