La persistente rutina
Cada domingo, la rutina de este hombre me resultaba más familiar. Siempre aparecía a la misma hora y seguía la misma rutina precisa. Desde mi punto secreto de observación, tomaba notas, fascinado y confuso al mismo tiempo. Ni una sola vez se desvió de su orden ceremonial. Con cada observación poco espectacular, mi tensión crecía hasta alcanzar un crescendo de incertidumbre. ¿Qué historia había detrás de esta ritualidad silenciosa, casi reverente?

La persistente rutina
Ritual sagrado
El desconocido se arrodilló y pasó suavemente los dedos sobre el nombre de mi marido, que estaba grabado en la lápida. Con una atención impresionante, alineó cuidadosamente los lirios, luego dio un paso atrás y contempló su obra con tranquilo orgullo. Sus rituales siempre terminaban con un momento de contemplación silenciosa, como si estuviera en comunión con mi marido en sus pensamientos. Cada uno de sus movimientos se caracterizaba por un cuidado casi reverente que no hacía sino alimentar mi curiosidad. Me pregunto qué palabras se intercambiaban en este diálogo silencioso

Ritual sagrado