El marido cariñoso
A medida que pasaban los días, me venían más y más recuerdos, cada uno más intenso y vívido que el anterior. Pensaba en nuestros fines de semana juntos en el jardín, en su risa resonando por toda la casa. Cada uno de estos momentos pintaba la imagen de un hombre sin secretos, un hombre bueno y sencillo. Pero los lirios susurraban otras historias. No podía deshacerme de una sensación persistente: ¿me había perdido algo? ¿Algo que yacía oculto en lo más profundo de la rutina de nuestra vida cotidiana, esperando a salir a la luz?

El marido cariñoso
En busca de pistas
Decidí llamar a algunos antiguos colegas y amigos con la esperanza de que hubieran notado algo inusual. Con una taza de café y una charla distendida, describí los acontecimientos del funeral y escuché atentamente sus historias. “¿Notasteis a alguien que no perteneciera al grupo?”, pregunté, esforzándome por mantener un tono informal. La mayoría se limitó a negar con la cabeza y a compartir cálidos recuerdos de mi marido. Cada visita no arrojaba ninguna información nueva, pero me aferraba a la débil esperanza de que algún día encontraría la pista crucial que lo aclararía todo.

En busca de pistas